El ensayo tiene carácter discursivo (del latín Dis currere, correr de un lado para otro). El ensayo es un discurso, un discurrir del entendimiento, en cuanto las ideas y los conceptos emitidos se concatenan y entrelazan de manera organizada, en consecuencia no son una simple superposición o suma de ideas sino conceptos jerarquizados, evaluados, tejidos en una trama que le da la lógica interna a su composición. Esta condición se logra mediante el uso de los conectores. El ensayo es un texto en prosa, breve, escrito con un lenguaje claro y accesible, que incluye diferentes formas discursivas como la descripción y la argumentación y expresa el pensamiento con rigor conceptual y metodológico, propio de la investigación.
A través de ensayos se difunden teorías, reflexiones o resultados de investigaciones entre el público en general y entre intelectuales y profesionales de diferentes áreas. Se emplea también para divulgar y compartir las reflexiones personales de un autor acerca de un problema o asunto determinado. El ensayo tiene un carácter afirmativo (Sontag, 1997). No es mera opinión sino reflexión a través de la escritura, evitando la vaguedad de la oralidad y apoyándose en el lenguaje académico.
Las principales características del ensayo son:
· Amplitud temática. Cualquier tema resulta adecuado para ser objeto de un ensayo.
· Libertad expositiva. El ensayista trata los temas con cierta profundidad y rigor, pero sin intentar agotarlos.
· Extensión variable. Aunque se señala la brevedad como uno de sus rasgos, esto depende del autor, del propósito que persigue y del tema que aborde; lo que resulta en ensayos cortos y otros de la extensión de un libro.
· Estilo. A pesar de estar ajustado a algunas normas o reglas como es el rigor lógico, conceptual y metodológico que le dan la investigación y el estudio de los hechos, el autor escoge una forma de expresión que lo lleva a cuidar su propio estilo, a utilizar recursos estilísticos o literarios como comparaciones, imágenes o metáforas. Este interés por la originalidad y por la forma de expresión es lo que hace que ciertos ensayos sean considerados como verdaderas obras literarias.
EL ENSAYO LITERARIO
Un buen relato nos cautiva, amplía nuestra imaginación, ilumina posibilidades para el pensamiento, el sentimiento, la acción, permitiendo que tendamos puentes entre diferentes épocas y culturas. Los relatos permiten imaginar y sentir por días y noches, la experiencia del otro (personajes o actores) mediante la empatía, la capacidad de ponernos en los zapatos del otro; de hacer propia la experiencia, construida mediante el discurso, de ese alguien que puede ser nuestro vecino anónimo. Bien lo decía Arreola cuando se refería a las obras literarias como lo que sirve para conocer el mundo y para repensar y enfrentar los problemas cotidianos; de no ser así, afirmaba, los libros son cosas inútiles.
Un buen relato nos cautiva, amplía nuestra imaginación, ilumina posibilidades para el pensamiento, el sentimiento, la acción, permitiendo que tendamos puentes entre diferentes épocas y culturas. Los relatos permiten imaginar y sentir por días y noches, la experiencia del otro (personajes o actores) mediante la empatía, la capacidad de ponernos en los zapatos del otro; de hacer propia la experiencia, construida mediante el discurso, de ese alguien que puede ser nuestro vecino anónimo. Bien lo decía Arreola cuando se refería a las obras literarias como lo que sirve para conocer el mundo y para repensar y enfrentar los problemas cotidianos; de no ser así, afirmaba, los libros son cosas inútiles.
La función epistemológica de los relatos es la de
transmitir un saber. Muchos relatos literarios contienen un saber que circula en el mundo
exterior a la obra misma, y en muchos casos no sólo contienen un saber, sino que en sí mismos
son el saber que queremos que los estudiantes posean y que les sea útil. Esto
es evidente ya que la narrativa es el ámbito donde se ponen de manifiesto
tendencias, momentos históricos y autores. Además, en ella convergen las ciencias, las otras artes, el
devenir cultural local y universal. Todo esto la convierte en un medio idóneo
para la identificación de los jóvenes
con la lectura, la escritura y la apropiación de conocimiento.
Este efecto se puede potencializar cuando se aborda desde el análisis, la argumentación y la crítica. Como afirma Humberto Eco “El texto es una máquina perezosa” por lo tanto exige del lector las operaciones que lo lleven a lo dicho por el texto de manera implícita o sea a lo no dicho de manera literal. Para esto es necesaria la identificación de los planos textuales, de los elementos que los conforman, de las relaciones únicas que cada texto propone entre éstos. Allanado este camino, el estudiante está en posibilidad de proponer hipótesis, de argumentar, de tomar posición develando los mundos construidos en el relato y enriqueciendo el propio.
Si le sumamos la función transformadora que no busca informar sino transformar mediante la imaginación moral y el ejemplo típico es la fábula con su moraleja o enseñanza sobre el bien y el mal, entendemos su relación con lo que queremos que los estudiantes sean como seres humanos, más allá de lo que podamos querer que sepan. Tiene relación con los atributos que esperamos posean cuando dejen el colegio, lo que incluye valores que queremos que sustenten, rasgos de personalidad que queremos que ostenten , una visión del mundo y de ellos mismos que pretendemos que cultiven.
Este efecto se puede potencializar cuando se aborda desde el análisis, la argumentación y la crítica. Como afirma Humberto Eco “El texto es una máquina perezosa” por lo tanto exige del lector las operaciones que lo lleven a lo dicho por el texto de manera implícita o sea a lo no dicho de manera literal. Para esto es necesaria la identificación de los planos textuales, de los elementos que los conforman, de las relaciones únicas que cada texto propone entre éstos. Allanado este camino, el estudiante está en posibilidad de proponer hipótesis, de argumentar, de tomar posición develando los mundos construidos en el relato y enriqueciendo el propio.
Si le sumamos la función transformadora que no busca informar sino transformar mediante la imaginación moral y el ejemplo típico es la fábula con su moraleja o enseñanza sobre el bien y el mal, entendemos su relación con lo que queremos que los estudiantes sean como seres humanos, más allá de lo que podamos querer que sepan. Tiene relación con los atributos que esperamos posean cuando dejen el colegio, lo que incluye valores que queremos que sustenten, rasgos de personalidad que queremos que ostenten , una visión del mundo y de ellos mismos que pretendemos que cultiven.
En este orden de ideas, el ensayo aparece, como un acto de escritura y como vehículo idóneo para registrar las reflexiones hechas en el abordaje de las novelas. El estudio de las obras literarias exige la relación entre la obra como producto de un sujeto creador (autor) que participa de un grupo social inmerso en un contexto cultural y escoge un camino estético y un lector, que la interpreta desde su propia identidad cultural. El ensayo literario puede orientarse hacia:
1.Observación del modo en que se cumplen las características del género: brevedad, manejo de la tensión y de la intensidad, economía de recursos, eficacia del efecto final, entre otros.
2.La revisión de las técnicas narrativas empleadas: tratamiento de personajes, narrador(es), manejo del tiempo y del espacio, lenguaje y estilos.
3.El planteamiento de las relaciones entre literatura y cultura: oralidad, música, historia, el humor, la postmodernidad, entre otros.
4.La contextualización de las obras dentro de una determinada tradición narrativa.